Para salvar lo que aún podemos salvar. De las 100 millones de hectáreas que tenía, originariamente, nuestra selva paranaense, repartida en tres países, Argentina, Paraguay y Brasil, hoy, solo queda 1 millón. Y la mayoría de este 1% de selva sobreviviente está en la provincia de Misiones. Nuestra responsabilidad, como misioneros, es enorme. Por eso, porque la selva debe sobrevivir, nos hemos puesto en movimiento.
Una carta que viene desde la selva misionera.
Fue motivada por la conciencia que tenemos sobre la IMPORTANCIA y la URGENCIA de mover cielo y tierra para lograr que la selva, nuestra selva, la selva misionera, LOGRE SOBREVIVIR. Creemos que es hora de elevar un grito de alerta que movilice a toda la opinión publica misionera, nacional y regional para que la devastación de nuestra selva se detenga, de inmediato.
Con la selva deben sobrevivir las mas de 2.000 plantas vasculares, nuestros mamíferos, el Aguara Guasu, el Jaguarete, el Jurumi y tantos otros, los centenares de miles de insectos, esas aves maravillosas que están a punto de abandonarnos para siempre (no porque quieran hacerlo) entre las que están nuestro querido y simbólico Tucán, la Harpía, el Macuco, la Jacutinga, el Chorao o el Pato Serrucho, o nuestros queridos árboles, esos majestuosos pinos autóctonos, los pinos Paraná, o la Yerba silvestre, el Aguay, el Peteribi, los Guaembes, los Chachies y el Palo Rosa, el Incienso y la Palmera Pindo y tantos condenados a muerte que pueden salvarse si los misioneros nos ponemos de pié.